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Documento del Mes: Mayo 2021

 

46 AÑOS DE LA RESERVA ECOLÓGICA

LOS GUARDABOSQUES DE LA USB Y LA RESERVA ECOLÓGICA USB

 

ABRIL 1975 / ABRIL 2021

En 46 años la USB ha formado un extraordinario patrimonio natural en su Reserva Ecológica, que no sólo es motivo de orgullo por los valores que encierra, sino por la experiencia que la Institución ha puesto en ella, pero que además representa una responsabilidad para con la ciudad de Caracas y con el país, a fin de ser referencia nacional e internacional de gestión universitaria sustentable de un área natural protegida.

     Antes de que se fundara la USB en su enclave del valle de Sartenejas, había existido allí una intensa actividad agropecuaria. No podemos decir a ciencia cierta desde cuando la mano humana moldeó el paisaje de Sartenejas, pero es casi seguro que, para la llegada de los europeos, en la región de Baruta existían aldeas, seguramente indígenas caribes que practicaban la agricultura de conucos, como es usual, esparcida dentro de una gran matriz de bosques. Esos bosques, si el clima era similar al actual, posiblemente eran estacionales, de los que pierden un porcentaje importante de las hojas en sequía (aunque no totalmente) y en los límites con los bosques nublados, que son muy húmedos y donde abundan las formas de vida epífita. Recordemos las casi diarias neblinas que cubrían Sartenejas en los años de 1970, hoy mucho menos frecuentes.

 

Vista de la Hacienda Sartenejas antes de 1967. En primer plano se observan cultivos y la Casona Colonial con comunicación en su lado Sur hacia las instalaciones de las caballerizas, vaqueras y galpón de procesamiento de leche. A la izquierda se observan las columnas y placas de una construcción paralizada que en 1977 se aprovechó parcialmente para la edificación de la Casa "El Profesor". En el resto del valle se observan cultivares de diversos tipos y movimientos de tierra con cortes de taludes.

Sartenejas, desde una perspectiva geomorfológica, es un sitio inusual, relativamente plano, que recuerda a un “valle colgante”, en medio de una topografía montañosa abrupta. Esa condición seguramente fue atractiva para asentamientos humanos, y tal vez estaba ocupada en los tiempos del cacique Baruta, quien según se dice era hijo del gran Guaicaipuro. Esa topografía plana posiblemente favoreció la existencia de algún humedal, que captaría las aguas de escorrentía de las pendientes circundantes. Seguramente los europeos implantaron allí sus métodos agrícolas, y los bosques deben haber empezado a ser removidos para dar paso a cultivos de hortalizas, flores, caña de azúcar, un paisaje parecido al que existía para mediados de los años 60 del siglo pasado. En las laderas montañosas circundantes, en los sectores más umbrosos, seguramente desde el XIX ya estaban bien establecidos los cafetales, los cuales parecen bosques, pero que son muy distintos al bosque originario, en lo estructural y florístico. Otras laderas si fueron totalmente deforestadas y convertidas en pastizales para el ganado vacuno. Se cree que el flanco norte de Sartenejas, totalmente “sabanizado” para mediados de los años 60, lo era porque allí se engordaba el ganado, que era traído arreado a pie desde los llanos de Guárico en jornadas de muchos días (hablamos del XIX y comienzos del XX), que luego de perder peso era engordado en esas sabanas para finalmente ser llevados también a pie a los mataderos de El Valle y Coche, por los caminos de montaña de lo que se conocía como Conejo Blanco.

Para 1967, año en que se decreta la creación de la Universidad (ver: http://www.cenda.usb.ve/node/20), Sartenejas era un mosaico de tipos de vegetación derivados de la actividad humana, donde resaltaba el valle plano sin bosques, las laderas norte y sur “sabanizadas”, y la ladera oeste con cafetales y remanentes del bosque original. En 1969, momento en que se inicia la construcción del Campus, era un entorno periurbano, con algunos desarrollos urbanísticos en crecimiento con pocos años de existencia, como Los Guayabitos y El Placer.

Al poco tiempo un fenómeno empezó a ser notorio en las calles asfaltadas del Campus, y era la cantidad de barro que bajaba con las lluvias y que entorpecía la circulación de los carros. El Rector, Ernesto Mayz Vallenilla, buscó orientación técnica sobre este fenómeno, y con apoyo del ingeniero agrónomo José Joaquín Cabrera Malo, vecino de El Placer y Presidente de la Compañía Nacional de Reforestación (CONARE), con asesoramiento del  Instituto de Silvicultura de la Universidad de Los Andes, se diseñó una estrategia para arborizar las sabanas circundantes, que eran el foco de origen de las arcillas y arenas que por erosión y acarreo, y seguramente mala canalización de la escorrentía, eran depositadas en las porciones planas del Campus.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vista de uno de los viveros de pino Caribe (Pinus caribaea var. hondurensis) ubicado dentro del Campus, destinado al programa de reforestación y arborización de las laderas del Valle de Sartenejas. Autor: Miguel Caputti. Año 1973.

Este plan se ejecutó y en unos pocos años (circa 1974-1976) se plantaron, en alta densidad, más de 65 mil árboles, en su mayoría de Pino Caribe, sobre una superficie de 48 hectáreas, con la finalidad de que a corto plazo éstos hicieran un efecto “paraguas” sobre el suelo de las sabanas, que redujera el impacto de la lluvia, disminuyendo su capacidad erosiva.

 

Vista de una de las actividades de reforestación llevadas a cabo los sábados en la mañana bajo la dirección del Rector Ernesto Mayz Vallenilla. En esta fotografía de mediados de mayo de 1975 aparecen, entre otros, varios “reforestadores” voluntarios, miembros del puesto de custodia de la Guardia Nacional y personal de Servicios Generales.

Esta solución de la ingeniería forestal probó ser eficaz: el Pino Caribe (Pinus caribaea), árbol centroamericano resistente a la escasa humedad, ávido de luz solar, de elevada tasa de crecimiento vertical, y plantado con distancias de separación de 1,5 metros, produce el deseado efecto paraguas en el corto plazo. Además, se ensayó con otras especies de Pinus, también centroamericanos, P. pseudostrobus y P. patula. Esto no estuvo exento de polémica. Ya en la USB había profesores en el Departamento de Ecología (hoy Estudios Ambientales) que desaconsejan la introducción de especies exóticas (no nativas) y que propusieron el uso de especies de otro tipo, lo cual no se concretó. También, como parte del plan original, se hicieron obras civiles, como torrenteras de concreto, y se canalizaron algunos drenajes naturales que se condujeron hacia un “embalse”. De esta forma, éste acumulaba el agua de escorrentía y se constituía en un reservorio para el riego de los jardines. Se generó así un nuevo “ecosistema” acuático tal vez en el mismo sitio donde alguna vez existió un humedal natural.

Así nació el famoso “bosque de pinos” de la USB (técnicamente no es un bosque, sino una “plantación”) que con los años se convirtió en un “emblema” informal de la institución, incluyendo a su famoso “embalse” (culminado en 1977, ver http://www.cenda.usb.ve/node/120) que con el tiempo recibió “siembras” de peces llaneros, e incluso de un pequeño grupo de chigüires apureños que vivió asociado a él durante varios años (circa 1980). Para el año 1979 ya los pinos pasaban los 3 metros de altura. Los estudiantes de la carrera de Licenciatura en Biología hicieron en el pinar y en su embalse, ensayos, prácticas e incluso, el primer trabajo de grado de biología fue realizado en el embalse. Ya para entonces era obvio que estos espacios “naturales”, en el sentido de que predominan los procesos naturales y no los antrópicos, eran parte integral del Campus, de su vida y de sus funciones: investigación, docencia y extensión.

 

Vista hacia el sur de la Reserva Ecológica USB, desde el embalse y en dirección hacia el bosque nativo. Fotografía: Edgard Yerena. Año 2017.

En el año 1992 ocurrió un evento histórico que conmocionó a la USB: un incendio de vegetación, originado fuera de sus linderos, penetró y arrasó con gran parte del pinar de la vertiente norte, durante varios días (ver: http://jornadasbosquesusb.eventos.usb.ve/relatoria.htm). Los pinos, resinosos y muy combustibles, y con gran biomasa de hojarasca sobre el suelo, se comportaron como una antorcha. El espectáculo de Sartenejas en llamas por varios días fue traumático.

 

Incendios en el sector externo de amortiguación de la Reserva Forestal USB dominada por sabanas e individuos aislados de Pino Caribe. Fotografía: Juan Pérez Vivas. Año 2006.

No fue fácil sofocar el incendio y fue necesario contar con bomberos forestales profesionales, especialmente del Instituto Nacional de Parques, para lograrlo. La comunidad uesebista tal vez había olvidado lo importante que eran estos espacios para la universidad, y este golpe hizo que se aterrizara en una conclusión evidente: hay que proteger activamente estos espacios como parte de la gestión del Campus.

De allí nació la idea de unos Bomberos Voluntarios Universitarios (cuerpo que se estableció en 1993), y la necesidad de que la Dirección de Planta Física contara con un personal y un dispositivo para proteger activamente los bosques. Quien lideró las operaciones de sofocamiento del incendio del 92, Juan Pérez Lorenzo, se incorporó como asesor y luego como personal de la USB en 1998 gracias al empeño del Rector, Freddy Malpica Pérez, y se acometió la apertura de cortafuegos y de vías de acceso rápido hacia él, que permitieran hacer llegar recursos bomberiles a esa línea de defensa con la mayor prontitud y eficacia posible.

 

Sabana recién plantada con fines de reforestación en el sector Monte Elena, bordeado de cortafuego abierto Para su protección. Año 2018. Fotografía: Edgard Yerena

Desde entonces esas vías y el cortafuego son regularmente mantenidas y son la columna vertebral del dispositivo de defensa de los espacios naturales del Campus. Sin embargo, los pinares, bosques, matorrales y sabanas de la USB están y seguirán estando amenazados todos los años por incendios de vegetación originados en su gran mayoría en las zonas vecinas al Campus. Una preocupación desde entonces fue la de establecer una capacidad interna de la USB para mantener una pequeña pero eficiente “brigada forestal” a tiempo completo, y bien dotada, que garantizara los combates efectivos y eficientes en época de sequía, y el mantenimiento de las vías, el despeje de árboles caídos y otras labores de manejo, en el resto del año.

 

Combate de incendio de vegetación en la Tecnópolis USB, en colaboración entre los Bomberos Voluntarios USB y la Brigada San Miguel. Fotografía: Juan Pérez Lorenzo. Año 2007.

Para entonces el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de la USB había adoptado una estructura fundamentalmente estudiantil y con un énfasis en eventos de siniestros estructurales y de seguridad industrial. Desde aproximadamente el año 98 la gestión de estos espacios naturales recayó en la unidad de mantenimiento ambiental de la Dirección de Planta Física, que hizo las veces de la tan necesaria “brigada forestal”, teniendo a Juan Pérez Lorenzo como su coordinador hasta el año 2015 y luego a su hijo, también bombero forestal, Juan Pérez Vivas, como sucesor hasta el año 2019. En apoyo a esta unidad se contó con el apoyo de la Brigada San Miguel, un grupo de bomberos forestales voluntarios que prestó apoyo a la USB en al menos 5 temporadas de incendios, y en forma regular anual de Protección Civil Baruta, Protección Civil Libertador y de los bomberos forestales del Instituto Nacional de Parques.

Con varios años de supresión de fuegos en el interior del pinar, empezó a tomar cuerpo la idea de que estos espacios “no edificados” del Campus tuvieran algún estatus especial dentro de la USB, y para ello se convocan en febrero del 2006 las “Primeras Jornadas sobre Gestión de los Bosques de la USB, Sartenejas” (http://jornadasbosquesusb.eventos.usb.ve/) con diez ponencias.

Uno de los acuerdos del evento fue el de referirse a estos espacios como “Espacios Naturales y Plantaciones de Pinos” (ENPP), recomendando que “en su conjunto (éstos) deben ser manejados o gestionados como un todo integral, dentro de una concepción ambientalmente concebida, donde se busque la sostenibilidad ambiental y la integración de la comunidad universitaria en dicha gestión”. En abril se concreta la creación de la Comisión Rectoral para los Espacios Naturales y Plantaciones de Pinos (http://www.bosquesusb.ea.usb.ve/), mejor conocida como Comisión de Bosques, que ha sido desde entonces de consulta obligada para las decisiones que tienen que ver con esta parte del Campus. Otra iniciativa, en el marco de la Comisión, fue la unión de esfuerzos entre la Dirección de Planta Física (DPF), en cuyas manos se encuentra la protección de estos espacios y el Instituto de Recursos Naturales, adscrito a la División de Ciencias Biológicas, para la creación de un proyecto de Guardabosques con estudiantes de la USB. Varias opciones se ensayaron, desde una posible “agrupación estudiantil” formal (vinculada al DIDE), hasta la de un grupo de meros voluntarios amigos de la USB (egresados, estudiantes, vecinos), hasta que la oportunidad clave se dio: la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior (ver: http://www.usb.ve/conocer/pdf/ley_est.pdf Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 38.272 del 14 de septiembre de 2005). A partir del 2008 se inicia Guardabosques-USB como un proyecto de servicio comunitario (SC) con intenciones de convertirse en un programa permanente.

 

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El Rector Enrique Planchart (cuarta fila en franela blanca) y el Profesor Edgar Yerena (segunda fila, primero a la izquierda) con un grupo de estudiantes del Servicio Comunitario Guardabosques-USB. de voluntarios y Bomberos Universitarios al finalizar jornada de reforestación en sabanas de la Reserva Ecológica. Año 2015. Fotografía: Juan Carlos Carrero.

Desde el punto de vista de la gestión de los ENPP la Comisión identificó tres prioridades: A) la prevención (cortafuegos y vialidad) y combate de incendios; B) el manejo del pinar; y C) la reforestación. Por la propia naturaleza del tema de los incendios, la Universidad no fue favorable a la idea de que los Guardabosques se vincularan con el tema “A”, debido a los riesgos personales que ello representa para los estudiantes y a la responsabilidad de la Institución ante accidentes, sin contar con el tema de la debida dotación de equipos. Ante esto, la DPF ya había optado por crear una Brigada Forestal, estructurada por el jefe de la Unidad de Mantenimiento Ambiental de DPF, y con apoyo variable de personal voluntario externo (especialmente entre el 2010 y 2019). Los estudiantes del SC prestaron valioso apoyo logístico en los distintos eventos en los que la brigada actuó en labores de sofocamiento de incendios, siendo que la mayoría de los incendios se atajaban fuera de los linderos de los ENPP.

El tema del manejo del pinar (“B”) ya había sido considerado por la USB en el año 1990 a raíz de un estudio técnico forestal que se contrató con la empresa “AGROFORCA, C.A.” con la finalidad de evaluar la factibilidad de reducir la densidad del pinar, pensando en convertirlo en un “bosque parque” y paralelamente realizar un posible aprovechamiento de productos forestales. Para ese momento la edad del pinar era de 16 años mayoritariamente, y las alturas de los árboles estaban alrededor de los 15 metros. Hoy en día (2021) la altura de muchos árboles pasa de los 25 metros. Esa idea no pasó del estudio técnico, fue puesto en relevancia por el Prof. Zdravko Baruch, uno de los profesores de la USB que más investigaciones realizó en los ENPP, así como las profesoras Mary Sobrado y Dilia Velázquez. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vista interior del pinar de la Reserva Ecológica, con árboles que superan los 25 metros de altura. Fotografía: Edgard Yerena. Año 2017.

Los pinos caribe, ya con más de 30 años de vida están en el límite superior de su longevidad por lo que había empezado a advertirse la caída espontánea regular de árboles, particularmente en el período de lluvias, y la posibilidad de que ocurriese una “muerte masiva” de árboles en pie, era verosímil. En tal sentido, una opción lógica era la de efectuar aclareos planificados dentro del pinar a fin de abrir espacios para la re-ocupación espontánea por especies locales, que sustituyeran a los árboles de pino. Se pensó en “reforzar” este proceso mediante la siembra de especies selectas en el interior del pinar, para que estuvieran ubicadas listas para ocupar los vacíos dejados por los pinos. Los aclareos son costosos y sin una brigada profesionalizada era muy difícil de acometer, por lo que en los primeros años del SC se invirtió mucho tiempo en actividades vinculadas con el “reforzamiento” de claros del pinar, con especies nativas. Al plantearse esta actividad surgió de inmediato la necesidad de disponer de un vivero forestal propio, por lo que con apoyo de las empresas arrendatarias de la USB que gestionan el vivero de hortalizas, se logró un pequeño espacio y apoyo logístico eventual para montar el vivero. A partir de ese momento el manejo del vivero forestal se convirtió en la actividad central de Guardabosques-USB.

 

Vivero forestal gestionado por el Servicio Comunitario Guardabosques-USB. Año 2014. Fotografía: Juan Carlos Carrero.

La USB contó con el apoyo de los ingenieros agrónomos Nereida Guerra y Juan Carlos Carrero, a la sazón estudiantes del postgrado en Ambiente y Desarrollo, como voluntarios quienes dieron no sólo apoyo técnico sino de capacitación y seguimiento a los estudiantes del servicio comunitario, incluso después de haber culminado sus estudios. En años posteriores se incorporarán también como voluntarios para la coordinación del vivero, la profesora Maritza Pulido, Marbely y José Gregorio Azuaje, el ingeniero forestal William Rondón y el ingeniero civil Alfredo Huerta.  En estas labores también se contó con varios ayudantes académicos del Departamento de Estudios Ambientales. 

Ya para el año 2009 el vivero lograría tener una producción de árboles lo suficientemente grande como para pensar en abordar la prioridad “C”: la reforestación. Si bien las sabanas que existían en las laderas del valle de Sartenejas ya habían sido sustituidas por el pinar, aún queda una buena extensión de ellas en el sector de Monte Elena, en terrenos de la Tecnópolis USB, y que son parte de la Zona Protectora del Embalse de La Mariposa. En esas sabanas, se proyectaría a partir del 2009-2010, la mayor parte de la actividad de Guardabosques, y se iniciaría la etapa de las “jornadas” de reforestación. En efecto se trataba de hacer retornar un bosque a espacios que hasta entonces eran sabanas, pero que alguna vez tuvieron bosques.

Como se sabe, la dinámica de los fuegos recurrentes es la primera causa que impide que la sucesión vegetal avance y favorece a la sabana. Varios ensayos de reforestación se realizaron en distintos terrenos de la Tecnópolis, y hasta se contó con el asesoramiento del Ing. José Rafael García Acosta, uno de los pioneros de la reforestación con fines conservacionistas y con especies nativas o naturalizadas de Venezuela. A partir del 2010 se empezó a contar con un decidido apoyo de Fundación Mercantil para la realización de jornadas de reforestación que duró hasta el año 2019. Con el apoyo de esta Fundación se logró abrir otra serie de cortafuegos a fin de proteger a las parcelas de sabana que estaban siendo sometidas a reforestación, y se instalaron sendos tanques de agua para contribuir, de ser necesario, con el combate de los incendios. Igualmente, otras numerosas empresas apoyaron con jornadas la reforestación, que en promedio llegaron a ser de hasta 3 por año.

Alrededor del año 2007 las profesoras Nila Pellegrini y Rosa Reyes, en conjunto con la Lic. Maritza Pulido, concibieron un programa de interpretación ambiental para la USB, que luego fue tomado por la Dirección de Asuntos Públicos con el nombre Eco-Rutas USB y dirigido por la Lic. Pulido, el cual tenía por objetivo educar ambientalmente, mediante técnicas recreativas y lúdicas, haciendo uso de los jardines y otros espacios abiertos del Campus.

 

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La Lic. Maritza Pulido recibiendo a niños del Comedor Infantil “Casa de Todos” en el marco del programa de Eco Rutas USB. 22 de Octubre de 2018. Fotografía: Dirección de Asuntos Públicos USB.

Este proyecto se integraría posteriormente al SC Guardabosques-USB y sus técnicas se aplicaron con gran éxito durante las jornadas de reforestación.

 

Vista desde dron de jornada de reforestación en sabanas de la Reserva Ecológica, con Guardabosques USB y Fundación Mercantil en 2015. Año 2015. Fotografía: cortesía de Vector Dragonfly.

Hasta el año 2019 alrededor de 1.500 estudiantes, tanto de Sartenejas como de Camurí Grande, habían realizado su servicio comunitario como Guardabosques-USB, y en total se plantaron más de 30 mil árboles. Se ensayó con más de 10 especies para estos fines, siendo las que tuvieron mejor resultado: el bucare (Erythrina sp), torco (Croton xanthochloros), copey (Clusia sp) y el jabillo (Hura crepitans.).

Otra de las iniciativas de la Comisión de Bosques fue la de proponer una política integral a largo plazo para la gestión de los ENPP que estuviese alineada con los objetivos fundamentales de la USB. Esta política se estructuró en torno a la visión de “área protegida”, como marco integrador para toda la gestión de estos espacios, la cual se veía bastante clara alrededor del 2008, entendiéndose que los ENPP deben ser considerados como dedicados a la protección y mantenimiento de la diversidad biológica, de los recursos naturales y los recursos culturales asociados, manejada a través de medios jurídicos u otros medios eficaces. Específicamente, tal “área protegida”, a la que se denominaría Reserva Ecológica USB con una extensión de alrededor de 250 hectáreas (ver: https://guardabosqueusb.wordpress.com/?s=reserva+ecologica), estaría sujeta a manejo activo para garantizar el mantenimiento de los hábitats y/o satisfacer las necesidades de determinadas especies o de la biodiversidad en general. Su misión es la de conservar el patrimonio natural, y cultural asociado, mediante la realización de la función universitaria (docencia, investigación y extensión) y la ejecución de programas que mejoren los servicios ambientales que allí se generan y que incrementen su valoración y conocimiento. La visión que se tiene de ella es que sea referencia nacional e internacional de gestión universitaria sustentable de un área natural protegida.

La idea de la Reserva Ecológica USB se enmarca perfectamente además dentro de la “política ambiental” que fue aprobada por la Universidad en el año 2019 (http://usbnoticias.usb.ve/post/12314?doing_wp_cron=1617852430.1574809551239013671875 - https://guardabosqueusb.wordpress.com/2010/05/26/resolucion-sobre-politica-ambiental-de-la-usb/).

En este espacio periurbano, encuentran refugio más de 150 especies de plantas de más de 50 familias botánicas, tan sólo en el bosque nativo, y alrededor de 200 especies de plantas en su mosaico de comunidades de sabanas. Viven allí decenas de especies de mamíferos voladores y terrestres, así como de reptiles y anfibios, y más de 110 especies de aves. Sin duda, esta es el área natural mejor conservada del sur de Caracas.

Concluimos recalcando que la USB tiene un extraordinario patrimonio natural en su Reserva Ecológica, que no sólo es motivo de orgullo por los valores que encierra, sino por la experiencia que la Institución ha puesto en ella, pero que además representa una responsabilidad para con la ciudad de Caracas y con el país, a fin de ser referencia nacional e internacional de gestión universitaria sustentable de un área natural protegida.

CENDA agradece al Prof. Edgard A. Yerena Ocando, del Departamento de Estudios Ambientales y Coordinador de la Comisión de Bosques, por la preparación del manuscrito, el suministro de información científica, técnica y fotográfica que hicieron posible la realización del presente documento.

Para ver fotografías relacionadas con este tema, ingresar al portal de cenda.usb.ve y en ARCHIVO FOTOGRÁFICO USB colocar: reforestación, arborización, represa, embalse, etc.

ESTOS Y OTROS DOCUMENTOS PUEDEN SER REVISADOS EN EL ARCHIVO HISTÓRICO DEL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN Y ARCHIVO (CENDA-USB)